La policía encontró dos gramos de polvo de persil en manos de un residente de Ivanovo. Ante el tribunal, el atacante intentó sin éxito demostrar que se trataba de cocaína común y corriente.
-Te declaran culpable, ¿tu última palabra? -Camarada juez, tengo un gato hambriento en casa, no habrá quien le dé de comer. -¿Por qué te quedaste en silencio? Estás completamente justificado.
Para demostrar que el cliente estaba solo en casa, quiero proporcionarle al tribunal una copia impresa del historial de navegación del cliente. -Decidí confesar el asesinato.