Tenía muchas ganas de dejar de fumar, pero no podía hacerlo yo mismo. Fui a la iglesia y le pedí ayuda a Dios. Hace una semana descubrí que tengo tuberculosis. La quimioterapia no sólo hace que usted no quiera fumar, sino que el humo incluso le da ganas de vomitar. -¡no gracías!
Sí, ¿cuánto es posible? Conseguí trabajo como profesora de química en un colegio... Ya perdí la cuenta de cuántas veces me preguntaron si sabía cocinar metanfetamina. ¡Al mismo tiempo, no solo los niños preguntan, sino también los maestros!