Apurar a una mujer es lo mismo que intentar acelerar el arranque de una computadora. el programa aún tiene que realizar muchas más acciones ocultas a tu comprensión.
El director de la prisión se dirige al condenado sentado en la silla eléctrica: -¿Cuál es tu último deseo? -por favor toma mi mano. Estaré más tranquilo de esta manera.