Cuando era niño, cuando compré una computadora, mi juego favorito era FIFA. Lo jugué todos los días y gané a otros equipos con facilidad. Pensé que había alcanzado la perfección. Un día invité a un amigo (era dos años mayor que yo) a jugar juntos. Luego me dijo que todo este tiempo no era yo quien jugaba, sino la computadora, ya que antes del partido resulta que tuve que cambiar de la computadora al teclado. Deberías haber visto mi cara entonces. Resulta que durante seis meses vi estúpidamente partidos de equipo, tocando botones. Desde entonces no he jugado al FIFA.